jueves, 12 de febrero de 2015

EL COMPÁS

Dormía serenamente. De pronto empecé a sentir que me acariciaban debajo de la bombacha. Abrí los ojos y lo vi sobre mi. Era mi hermano mayor hurgándome con su dedo. En la oscuridad podía distinguir el color amarillo de su piyama. No supe qué hacer. Me congelé de terror. Antes había sentido su presencia en mi cuarto, pero no le di mayor importancia. Mi hermano está enfermo de esquizofrenia y desde hace un tiempo se le viene agravando. A veces, cuando le falta la medicación se pone violento . Tiene mucha fuerza. Se está volviendo un calvario vivir sola con él. Empiezo a sospechar algo y me da mucho miedo. Respiro y su olor se instala en cada lugar de mi cuerpo entristecido. Cuando él se dio cuenta de que estaba despierta salió de la habitación . Y sin poder pedir ayuda, solo me puse a llorar en silencio.Ahora todas las noches trabo la puerta con una silla, porque no tiene llave. Cuando se queda mirándome fijamente, sus ojos me dan pánico. No sé cómo puede reaccionar. Esto y rindiendo los finales para la facultad y ando con mucho sueño. Desde aquella noche duermo muy sobresaltada. Anoche llegué cansadísima y me tiré a la cama sin desvestirme. Me dormí enseguida, pero como siempre me sobresalté. Esta vez al darme cuenta de que no había puesto la silla. Tarde. Mi hermano estaba entrando. Cuando quise empujar la puerta él también la empujó y me hizo volar sobre la cama. Se tiró encima mío y me tapó la boca. Su mano no me dejaba respirar. Con la otra me frotaba adentro de la bombacha sin cuidado. Me desmayé. Creo que fue un minuto. Le dio tiempo para cerrar la puerta. Traté dedarle patadas mientras se volvía a tirar sobre mí. Jadeaba y casi me aplastaba.Yo no tenía fuerzas para pelear. Cerraba los ojos y trataba de sacarlo. Apoyó su cabeza al lado de la mía. Acercó su oreja a mi boca. Se la mordí. Como un animal salvaje se la mordí muy fuerte . Le arranqué un pedazo. Saltó la sangre por todos lados. Él solamente se agarró la herida sorprendido. Lo empecé a golpear con el puño sobre la cara, como una loca , sin parar. Miré al rededor y vi todos mis útiles desparramados en el escritorio. Agarré el compás y sin pensar más le empecé a dar puntazos en la cara, en la frente, en los ojos.Clavaba con fuerzas. Todo se llenaba de sangre. Su rostro se deformaba. Su piel hecha pedazos de tantas veces que clavé ese compás. Sentía los huesos de la nariz como se quebraban. La mano ya me dolía, solo paré cuando empezó a ahogarse con su propia sangre. No sécuánto fue, pero alcanzó para que nunca más abusara de mi. A.A

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